¡Feliz día de la Madrre!

domingo, 5 de mayo de 2013


   Este es uno de esos días que sí que hay que celebrar. Da igual que sea un invento de los centros comerciales para vender. Todos damos por hecho que nuestra madre va a estar ahí para lo bueno y lo malo y está bien que, por lo menos un día al año, seamos nosotros los que pensemos en ella.

Foto de Lucía Nieto (2009)

   En realidad, hablo un poco de oído, pues no recuerdo a mi madre, que murió cuando yo tenía 7 años, y la que ejerció como tal, mi abuela, era un poco "peculiar". Tal vez por eso el artículo que escribí hace 4 años para el Zampique, la revista del IES Emperador Carlos de Medina del Campo como ex-alumna y madre de alumnos, causó un cierto revuelo. Sigo pensando lo mismo que entonces, así que aquí lo copio tal y como apareció en su momento (salvo la despedida, que era un ¡Felices vacaciones!)

Frases de Padres

Se supone que iba a escribir un artículo para el Zampique como antigua alumna del Emperador Carlos y también como madre de actuales alumnos. Iba a comparar el pasado con el presente. Pero he pensado que no hay tanta diferencia entre los adolescentes de entonces y los de ahora (no se puede separar la adolescencia del paso por el instituto, casi es lo mismo): tanto entonces como ahora los padres eran unos tipos extraños y aburridos que no sabían nada de la vida (por decirlo suavemente); los profesores pedían más de lo que daban y, además, la mayoría nos tenían manía; lo más importante en el mundo eran los amigos y nuestro objetivo en la vida conocer a cuantos más miembros del sexo opuesto mejor. Creo que ya era así en la Era de las Cavernas. En realidad, la única diferencia que noto entre mis años de instituto y los de mis hijos es que entonces yo era la adolescente y ahora soy la madre. Una gran diferencia, desde luego. Y eso me llevó a pensar que era mejor que os hablara de la actitud de los padres y no de la de los hijos, ya que ésta la conocéis mucho mejor.

Todos los padres nos quejamos de que los hijos no vengan con un manual de instrucciones que nos diga cómo tenemos que actuar en cada caso, igual que una tele o una lavadora. No sé muy bien por qué puesto que es de sobra conocido que los españoles no leemos nunca los manuales de montaje o utilización de los aparatos. Claro que criar a un hijo es mucho más complicado e imprevisible que programar la grabación del DVD. De cualquier modo, aunque los hijos no vengan con manual de uso, estoy convencida de que, aunque aún no haya estudios científicos sobre el tema, el código genético humano está programado para saltar una serie de alarmas y mecanismos justo en el momento en que nos convertimos en padres. Supongo que en los animales también, pero como no pueden verbalizarlo no es posible saberlo de seguro.

Junto con el instinto maternal/paternal, el temor a que ocurra algo a los hijos y un montón de sentimientos desconocidos hasta ese momento, surgen en nosotros una serie de frases que antes no habíamos pensado usar jamás. Es más, nos habíamos prometido que, en caso de llegar a ser padres, JAMÁS las usaríamos “contra” nuestros hijos. En los primeros años, la más usada es, sin duda, la que hizo famosa J.M. Serrat: “Niño, eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca”. Con ella intentamos que nuestros hijos sean socialmente correctos y no llamen, por ejemplo, bruja fea a esa vecina pesada que les achucha hasta dejarlos sin respiración y les pellizca los mofletes como si fuera a arrancárselos; que no se hurguen en la nariz en público y que, por supuesto, no metan los dedos en el enchufe o pinten las paredes con restos de papilla. En realidad, les estamos enseñando a defenderse en la vida, mostrándoles lo que es correcto y seguro y alejándolos de las inconveniencias sociales y los peligros de electrocución, caída y demás.

También se repiten mucho en esta época dos frases muy distintas: “Tienes que comértelo todo (de todo) o no te harás nunca grande”, que, en muchos casos, viene acompañada de largas peleas, lloros y discusiones durante varios años hasta que una de las dos partes se rinde. La otra frase tiene más miga: “Tú no pegues pero tampoco dejes que te peguen los demás”. Está claro que no es el poner la otra mejilla de la Biblia y que es menos correcto que explicarle que no hay que pelearse, que si alguien le pega debe decírselo a un adulto para que lo solucione. Qué le vamos a hacer. Nos sale el instinto animal y preferimos que nuestros hijos se defiendan por sí solos a que sigan las reglas socialmente aceptadas. Pero las mejores frases, las que tienen más enjundia y se repiten más a menudo son las que llegan con la pubertad de los hijos, cuando empiezan a salir solos con amigos, cuando ya no están todo el tiempo con nosotros y no podemos defenderlos del mundo. Tenéis que entender que estemos preocupados, que pasemos miedo por lo que os pueda ocurrir y que nos sintamos frustrados por no poder protegeros a todas horas. Si pudiéramos os colocaríamos un GPS para saber dónde estáis en cada momento, una cámara de vídeo vigilancia para conocer lo qué hacéis y lo qué decís a cada instante y, por supuesto, un guardaespaldas que os saque de cualquier apuro. Es lo que tiene el instinto maternal/paternal: mantienes una lucha constante contigo mismo entre el deseo de seguir cuidándoos y vigilándoos como cuando erais pequeños y la necesidad de dejaros madurar y que aprendáis a ser  independientes. Por eso repetimos hasta la saciedad frases como “Mira a los dos lados de la calle al cruzar la carretera”, “No hables con extraños”, “No bebas, no fumes, no tomes drogas”, “Ten cuidado con los chicos, que todos quieren lo mismo (ya sabéis eso de prometer hasta meter)” o “cuidado con las chicas que todas son unas lagartas”, “Estudia, estudia, estudia…” Son frases cuyo significado y motivación no tengo que explicaros. Desde luego, si tenéis suerte, también os daremos otro consejo que yo creo que tiene una gran, grandísima importancia: “Si vais a practicar sexo, usad siempre condón” (u otro método de barrera). Con ello no evitareis sólo un embarazo indeseado, que es, a fin de cuentas, el menor de los problemas, sino también la posible transmisión de una enfermedad venérea, una hepatitis o un SIDA, que tienen mucho más difícil arreglo que un embarazo y consecuencias terribles para toda la vida.

En cuanto a las drogas, además de los motivos que os han explicado infinidad de veces (daño a la salud, merma de facultades intelectuales, adicción, etc.) hay un motivo que también debéis tener en cuenta: el económico. No sólo es que enriquezcáis a una panda de individuos repugnantes y peligrosos, sino que con el dinero que cuestan las drogas podéis hacer otro tipo de viaje mucho más interesante y más ahora que hay un montón de compañías de bajo coste. ¿No es mejor viajar a Marruecos que “viajar” con el hachís de Marruecos? Todas estas frases, todos los castigos, consejos y amenazas son sólo consecuencia de nuestra más absoluta y altruista preocupación por vosotros, pues nunca vienen motivadas por nuestro propio interés. Los padres (y esto también debe venir escrito en el código genético) siempre ponemos por delante del nuestro vuestro beneficio. Por eso, debéis perdonar que seamos unos pesados y repitamos estas frases hasta hartaros.

La única frase que no tiene perdón es “Porque lo digo yo que soy tu padre/madre”. Como diría Mafalda “Y yo soy tu hija y nos graduamos el mismo día”

¡Feliz día de la madre!




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1 comentario:

  1. Feliz día de la madre, atrasado.
    Hija mia menuda labia tienes, yo sería incapaz de expresarme así de bien. Me ha gustado mucho el artículo, dices las cosas tal como son, sin pelos en la lengua desde luego.
    Besos.

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